Susana Ramon
- Posted on
- No Comments
Todos quisiéramos vivir sin dolor o tensiones. La mayor parte de nosotros, padece, por el sedentarismo de nuestra sociedad actual, alguna molestia de origen musculo-esquelético. Otros sufren de estrés, cuyas manifestaciones físicas hacen mella en el organismo. Pero ¿es posible vivir sin dolor?
Si olvidamos cambiar hábitos, en el uso que hacemos de nosotros mismos, no podremos evitar algún que otro dolor postural.
Según la OMS, la salud no es la ausencia de enfermedad, sino un estado de completo bienestar físico, mental y social que nos acompaña en nuestro día a día. La salud corporal es ausencia de tensión y malestar físico y en ella nos reconocemos cuando estamos en forma.
Ahora bien ¿qué significa sentirse en forma? ¿Ser flexible? ¿Poder actuar sin esfuerzo, con facilidad? ¿Tener buena capacidad respiratoria? ¿No fatigarse demasiado rápido? ¿Gestionar el estrés?
Nuestras vidas profesionales no ayudan al confort y por ello necesitamos entrenar nuestra salud. La Agencia Europa para la Seguridad y Salud en el Trabajo, nos informa que el 25% de los trabajadores europeos se queja de dolores de espalda y el 23% declara tener dolores musculares.
La vida cotidiana y los efectos en nuestra forma de actuar, pensar y sentir.
Horarios de trabajo demasiado largos en posiciones estáticas sedentes, trabajo frente a pantalla con su consiguiente fatiga ocular, gestos repetitivos o poco variables, solicitaciones múltiples, estrés de las tareas. Todas estas situaciones influyen en como actuamos, pensamos o sentimos.
¿Nos hemos preguntado alguna vez que postura adoptamos al sentarnos? ¿Cómo aliviar nuestras articulaciones de su desgaste cotidiano? ¿Cuál es nuestro ritmo diario? ¿Somos conscientes de nuestro andar?
En este capítulo de nuestros quehaceres cotidianos, necesitamos una cierta atención a cómo realizamos nuestras acciones, para evitar reproducir automatismos y hábitos poco eficientes. Nuestros movimientos, reflejan el estado del sistema nervioso y se elaboran según condicionamientos adoptados por aprendizaje, herencia e incluso autoaprendizaje. Cambiarlos, supone una recuperación de nuestras habilidades de movernos con coordinación y soltura.
El dolor de espalda y el estrés como los males del siglo 21.
Cabe entonces preguntarnos, ¿Por qué la mayoría de nosotros, padecemos molestias de tipo musculo-esquelético o estrés en nuestras vidas personales o profesionales? Este tipo de dolencias están ligadas a nuestros hábitos y patrones de conducta que aunque eficaces en su origen, se vuelven obsoletos y obstaculizan nuestra salud.
Así es que, si queremos evitar o reducir el dolor, debemos cambiar la organización de nuestros movimientos. Parte de nuestro desarrollo profesional significa, realizar nuestras tareas profesionales con facilidad, eficiencia y sin esfuerzo desmesurado.
Ya seamos directivos, managers de equipos, empresarios, oficinistas o trabajadores en cadena de producción, un cierto dominio corporal o postural, permitirá una mejora en la eficiencia y en nuestra manera de abordar las situaciones profesionales, evitando además, el desgaste prematuro.
Método Feldenkrais™ : La educación somática.
Este Método, ayudará a la recuperación permitiendo un alivio de las tensiones. Aprendiendo desde esta pedagogía corporal una mejor elaboración y ajuste de nuestros movimientos, seremos capaces de modificar nuestras acciones donde lo necesitemos, variarlas para no caer en las rutinas y reajustarnos frente a un entorno cada vez más trepidante.
El sistema nervioso en su capacidad auto-reguladora, aliviará o evitará somatizaciones de todo tipo para dejar paso a un mayor bienestar físico, mental y social. Creando nuevas opciones al movernos, estaremos más aptos a gestionar nuestro entorno, encontrando nuevos recursos.
Los beneficios que podemos obtener practicando con regularidad movimientos sencillos e inhabituales con el Método Feldenkrais™ son múltiples:
- Capacidad de recuperación.
- Incremento de la vitalidad y la flexibilidad.
- Conciencia de hábitos perniciosos para la salud.
- Reducción de tensiones innecesarias y esfuerzo indebido.
- Desarrollo de habilidades, del potencial propio y de estrategias de bienestar.
- Mejora del funcionamiento cotidiano.
- Autogestión.
- Refuerzo de la autoimagen.
Tener un cierto control del cuerpo, representa para el profesional una llave más en el desarrollo de sus competencias. Puesto que nuestras acciones, pensamientos y emociones se expresan a través de nuestro cuerpo, mejorar nuestros movimientos, supondrá una mayor plasticidad en nuestros comportamientos, una mejor adaptación y la aparición de talentos insospechados para nuestro desarrollo personal y profesional.
Autor: Susana Ramon