Susana Ramon
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Bienestar, motivación y competitividad empresarial
Se habla mucho de bienestar empresarial. Los índices de ausentismo han disparado la alarma y muchas empresas se comprometen a prevenir y mejorar la salud de los trabajadores.
Según datos recogidos por la sociedad de prevención Fremap, las dolencias musculo-esqueléticas son la primera causa de absentismo en España.
Estrés laboral, rápidas frecuencias de producción, malas posturas, sensibilidad del trabajador a su entorno laboral son las causas de esta nueva epidemia de origen musculo-esquelético que cuesta frenar.
Según la OHSA (1), el coste económico de los trastornos músculo-esqueléticos se estima en el 1,6% del PIB de la Unión Europea, aunque en algunos países este porcentaje puede alcanzar hasta el 3,1% de su PIB.
¿Cómo frenar este desarrollo cada vez más creciente de dolencias musculo-esqueléticas ligadas a las exigencias del entorno laboral?
El bienestar supone un estado en el que el trabajador puede desarrollar sus competencias de manera motivada y eficaz, para no decir eficiente, sin peligro de enfermar.
Cuando el trabajador se siente bien, puede desarrollar mayor motivación hacia su tarea la cual representa su compromiso con la empresa y su sustento vital.
Esta motivación se traducirá en acción eficaz, dirigida hacia objetivos que revierten y benefician a la producción empresarial.
No existe motivación sin salud, pues cuando esta se ve afectada, la energía se deriva a la protección y no a la realización.
La energía dedicada al rendimiento, se pierde en poca dedicación, absentismo, costes desmesurados, mala comunicación, aislamiento y falta de motivación por no citar efectos más graves.
Motivar a los trabajadores es también ocuparse de la eficiencia de sus acciones en su entorno laboral.
Si la empresa dedica esfuerzos a ello, no solo se reducirán los costes ligados al absentismo sino que también aumentará su rendimiento.
El informe Word Economic Forum estima que el retorno para las empresas que invierten en este tipo de programas por cada euro invertido es de entre 2,5 y 4,8 € por absentismo y de entre 2,3 y 5,9 € por costes de enfermedad.
Sistémicamente, los trabajadores representan la trama esencial del tejido empresarial y si esa trama se debilita la empresa perderá potencia y competitividad. Si la noción de bienestar no es atendida, tarde o temprano, ello afectará a la competitividad.
Vemos que salud, bienestar, motivación, rendimiento y competitividad van de la mano en cuanto pueden permitir un movimiento claro hacia los objetivos empresariales: crecimiento y competitividad.
Invertir en bienestar para evitar los riesgos psicosociales, dolencias musculo esqueléticas o la falta de comunicación y el aislamiento que ello conlleva, tiene retorno de inversión.
El de crecer cuidando a la empresa y a las personas que la componen, pues sin ellas no hay competitividad, ni beneficio duradero.
(1) OSHA : Occupational Health and Safety Assessment Series
Susana Ramon