o como tus tensiones CORPORALES afectan tu creatividad

¿Te consideras una persona creativa? ¿Qué necesitas para ello? ¿Ser un genio? ¿Crear? ¿Jugar?

Hablar de creatividad es hablar de nuevas perspectivas y opciones. El abanico de la creación abarca un amplio campo, desde la fértil genialidad hasta el saber hacer cotidiano. Para algunos la creación se origina en el sistema nervioso y su habilidad en establecer nuevas conexiones, integrar nuevos aprendizajes y convertirlos en rutinas familiares.

Aprendemos a leer, escribir, dibujar, ir en bicicleta generando más adaptabilidad y creatividad. No es necesario parecernos a Beethoven o da Vinci para ello. El marco menor o mayor de nuestra cotidianidad bastará para empujarnos, con una buena dosis de aprendizaje y humildad, a ser personas más creativas.

El problema surge cuando esta capacidad innata se agota por falta de bienestar, estrés, dolor o tensiones diversas. En este escenario de malestar, la mente improductiva deja de buscar, ahogada por procesos fisiológicos, ligados al estrés.

En tales situaciones (de estrés) liberamos neurotransmisores, hormonas y una serie de reacciones químicas se producen en nuestra sangre, alterando nuestro sistema corporal (inmunitario, musculo-esquelético, orgánico). Se reduce la vitalidad y el potencial creativo, cuando tensiones y estrés se hacen permanentes y el cerebro ocupado en gestionar tal desequilibrio, no da para más.

No estamos hablando aquí de una creatividad compulsiva iniciada  a partir de estados de tensión, sino de una creatividad saludable vinculada a la plasticidad cerebral y al aprendizaje.

Estudios en neurociencia han demostrado como el estrés tiende a deteriorar ciertas funciones cognitivas, como la capacidad de aprendizaje y la memoria cuya sede se encuentra en el hipocampo, área cerebral, también reguladora de la actividad neuroendocrina del organismo. Por ello cualquier estrés afectará nuestra capacidad de aprendizaje y liberar la energía creativa no será una prioridad.

Otro aspecto a considerar al idear soluciones, es extraerse de lo “ya conocido”. La persona creativa establece relaciones y conexiones. Estas conexiones neuronales al tener una realidad fisiológica, establecen vínculos entre sistema nervioso, cuerpo y entorno creativo.

Seremos más creativos, no solo si liberamos nuestra energía tensional, sino si permitimos que fluya y se exprese sirviendo nuestras aspiraciones.

Recuperamos así una mejor organización de nuestros movimientos y conductas, con su consecuente equilibrio.

Pongamos el ejemplo de personas que sienten dolor permanente en su espalda, cansancio crónico o simplemente padecen de conductas compulsivas. Intentaran sanar o habituarse a ese malestar, compensándolo. Puede que ese dolor sea de origen mecánico, pero en la mayoría de los casos podemos asociarlo a alguna que otra conducta compulsiva, carente de  elección.

Al proponerles situaciones variadas de aprendizaje del movimiento, por la vía sensorio-motora, podrán comprender la lógica de su movimiento y desarrollar vitalidad, habilidad, un nuevo orden y disponibilidad. No olvidemos que modificar patrones y hábitos neuromotores impacta, no solo en nuestras acciones y expresiones, sino también en conductas, comportamientos, emociones y pensamientos (por contagio del tejido cerebral).

Recordemos que según Feldenkrais, el movimiento y su toma de conciencia, es la vía más directa para acceder al sistema nervioso y favorecer cambios rápidos e inmediatos a nivel de las estructuras cerebrales.

Por ello, poniendo énfasis en la mejora de nuestros movimientos, siendo más conscientes de nuestras respuestas físicas y conductuales, podemos extraernos del dolor. Al adoptar una organización más sana, recuperamos el potencial dormido u olvidado: nuestro movimiento creativo. 

Dejar un comentario