La manera de movernos determina la eficiencia de nuestras acciones. Estas son el resultado de una serie de patrones de movimiento, adquiridos y habituales, automatizados por procesos internos (autoaprendizaje) o inputs externos (vinculados a nuestro entorno). A estos procesos automatizados les llamamos hábitos. En algunos casos nos permiten actuar con comodidad, seguridad y facilidad. En otros, reconocemos su acción perniciosa pues distorsionan nuestra percepción, provocando tensión, dolor y lesiones.
Desde la perspectiva de la prevención de los Trastornos musculo-esqueléticos, podemos considerar que los hábitos disfuncionales, sumados a una repetición del gesto, posturas forzadas y sobrecarga física, incrementan el riesgo de lesión perjudicando la acción del trabajador. Estos hábitos, van a influir de manera determinante en la gestión cotidiana de los movimientos del trabajador, interfiriendo en ello o fundamentándolos. Si bien, no podemos cambiar los movimientos ejecutados en nuestra actividad profesional, si podemos mejorar la manera de hacerlos. La Educación gestual preventiva y el Método Feldenkrais™ aportan al trabajador un mayor conocimiento del cuerpo en acción, así como una mayor conciencia del hábito adquirido. Permitiéndole una mayor atención a sus movimientos, son metodologías que incrementan la vigilancia y la autogestión.
Los trastornos musculo-esqueléticos (TME)
Los trastornos musculo esqueléticos, son lesiones producidas por la propia actividad laboral o por el entorno en que se realiza. Afectan a músculos, articulaciones, tendones, ligamentos, huesos y nervios de la espalda, cuello, hombros, codos, muñecas y manos. También pueden afectar a las rodillas o los pies, si el trabajo conlleva estar mucho tiempo arrodillado o si hay que operar con pedales.
Los síntomas principales son, el dolor muscular o articular asociado a inflamación, sensación de hormigueo en el brazo o la mano, pérdida de fuerza o capacidad de sujeción de la mano, pérdida de sensibilidad, fatiga muscular, limitación funcional de la parte del cuerpo afectada. Estos síntomas producen incomodidad, molestias, dolor y hasta lesiones más graves que dificultan o impiden la realización de algunos movimientos en la tarea laboral.
Las consecuencias en los trabajadores son: dolor en los miembros superiores e inferiores, dolor dorsal y cervical (tendinitis, dolor de cabeza, dolor en las muñecas, en los codos, hombros tensos, dolor en el cuello, en los ojos, cansancio debido al hecho de trabajar frente a pantallas de ordenador). Acarrean a menudo rigidez articular y torpeza, causando una pérdida de capacidad física y generando un desgate profesional prematuro. Los TME también tienen consecuencias a nivel psíquico: pérdida de confianza, degradación de la imagen de sí mismo, aislamiento, falta de motivación. Para la empresa: un coste económico elevado, ausentismo y baja de productividad.
Las consecuencias en la salud son múltiples:
- lesiones y desgaste de los tejidos blandos, como tendones, vainas de los tendones o ligamentos con su respectiva inflamación crónica (tendinitis y bursitis).
- Síndromes neuro-vasculares (síndrome de túnel carpiano, síndrome de salida torácica, síndrome cervico-braquial, síndrome del túnel cubital), en los cuales se produce una comprensión de los nervios o vasos sanguíneos de los músculos entre las estructuras óseas.
- Lesiones mecánicas e inflamatorias como cervicalgias y lumbalgias.
- Disfunción o interrupción del control neurológico de los movimientos (distonía focal de la mano).
- Fatiga muscular.
- Dolor crónico.
Las causas de los TME son de origen biomecánico, organizacional y psicológico.
Los principales factores de riesgo son:
- los movimientos repetitivos, rápidos o forzados con ciclos cortos, donde se solicitan ciertos grupos musculares de manera intensiva o se utilizan segmentos corporales de manera inadecuada. Son movimientos repetitivos, cuando los ciclos de trabajo son menores de 30 segundos o cuando se repiten los mismos movimientos o gestos durante el 50% del ciclo. Provocan un gran número de enfermedades y lesiones que se localizan en hombro, codo, muñeca y mano Una posturas inadecuadas sería, cuando la mano no está en posiciones neutras o el tronco se mantiene inclinado o en torsión excesiva, durante largos periodos de tiempo,
- las posturas fijas o forzadas, en puestos de trabajo con ergonomía defectuosa o insuficiente, como por ejemplo las cargas dispuestas en el suelo o con poco espacio de trabajo, puestos de trabajo o situaciones donde se requiera elevar los brazos por encima del hombro y mantener la posición, posturas en el suelo de cuclillas. En estas posiciones, a menudo una o varias regiones anatómicas dejan de estar en una posición natural para pasar a una posición forzada que genera hiperextensiones, hiperflexiones y/o hiperrotaciones osteoarticulares con la consecuente producción de lesiones por sobrecarga. Las posturas forzadas comprenden las posiciones del cuerpo fijas o restringidas, las posturas que sobrecargan los músculos y los tendones, las posturas que cargan las articulaciones de una manera asimétrica y las posturas que producen carga estática en la musculatura. Estas posturas forzadas son comunes en trabajos en bipedestación, sedestación prolongada, talleres de reparación, centros de montaje mecánico,
- las cargas estáticas durante largos periodos de tiempo: puestos de las cajeras en supermercados, trabajos sedentarios en oficinas donde las contracciones musculares son estáticas y no dinámicas,
- la fuerza física para manipular cargas animadas (una persona o animal) o inanimadas (un objeto). La manipulación manual de cargas puede causar fatiga física y trastornos acumulativos debido al progresivo deterioro del sistema musculo-esquelético. Las lesiones dorso lumbares son muy comunes en manipulación de cargas entre las enfermeras, los albañiles, las personas que trabajan en el campo y en actividades de levantamiento, colocación, empuje, tracción, transporte o desplazamiento de cargas, montaje o embalaje.
Otros factores que influyen son:
- los entornos de trabajo: iluminación, ruido, vibraciones (martillazos), entornos fríos (industria alimentaria).
- la organización del trabajo: el ritmo y la frecuencia de los turnos de trabajo ligados a las primas, la velocidad y el trabajo bajo presión, la intensidad y cantidad de trabajo, el trabajo monótono y repetitivo, sin variedad, en las líneas de producción o cadenas de montaje donde se realizan los mismos gestos durante largas horas. La presión económica y los plazos cortos en productividad son también factores de riesgo. Ciclos de corta duración, falta de pausas de reposo para recuperar el sistema musculo-esquelético, duración de trabajo excesivo, son factores de organización que aumentan los riesgos ya que no permiten una buena recuperación,
- el estrés es otro de los factores de desarrollo de los TME. Les factores psicosociales que originan el estrés son: las malas relaciones en el trabajo, los plazos cortos de ejecución de las tareas, la falta de control o de participación en el trabajo, la organización, la insatisfacción, el miedo a perder el trabajo, la inseguridad laboral en tiempos de crisis. El estrés limita las capacidades de anticipación de los trabajadores, aumenta el cansancio e incrementa la percepción del dolor volviendo a los trabajadores más sensibles a los factores de riesgo de los TME,
- los factores individuales, el historial médico del trabajador, su condición física, su edad, sexo, hábitos, la falta de autoestima o baja autoestima, la moral baja,
- la falta de evaluación o aplicación ergonómica en los lugares de trabajo. Mal diseño de los puestos y herramientas, con espacio insuficiente o sujeción de herramientas incómoda o forzada.
Según la Agencia Europa para la Seguridad y Salud en el Trabajo,
Los trastornos musculo esqueléticos son la enfermedad profesional más común en la EU-27, pues el 25% de los trabajadores europeos se queja de dolores de espalda y el 23% declara tener dolores musculares.
El 62% de los trabajadores de la EU-27 está expuesto durante una cuarta parte del tiempo o más a movimientos repetitivos de manos y brazos, el 46% a posturas dolorosas o extenuantes y el 35% transportan o mueven cargas pesadas.
Aportación de la Educación gestual preventiva y del Método Feldenkrais™ a posturas básicas en el trabajo para el cambio de hábitos posturales
El Método Feldenkrais™ fue creado por el Doctor Moshe Feldenkrais, (1904-1983). Ingeniero y doctor en Física, Feldenkrais, colabora en el laboratorio de física nuclear de Frederic Joliot-Curie (1900-1958) y se interesa por la neurofisiología y la neuropsicología. Profesor de judo también es uno de los primeros cinturones negros de judo, en Francia y Europa.
Para concebir su método, se basa en sus dos más grandes talentos: cómo ingeniero, considera al cuerpo como una realidad física, de peso y de masa en el espacio, un juego de fuerzas en el campo gravitacional para estar de pie y moverse. Su formación de judo, le lleva a inspirarse de la concepción oriental del movimiento, combinar eficacia y armonía utilizando la energía mínima. Un accidente de rodilla, le conduce a elaborar un método pedagógico corporal que otorga gran importancia al movimiento como medio de aprendizaje. Y ello con el fin de desarrollar un máximo de movilidad con el mínimo esfuerzo.
Las secuencias gestuales grupales, llamadas Toma de conciencia a través del movimiento™ se componen de movimientos sencillos y variados. Muy prácticas y eficientes permiten obtener informaciones (del sistema sensorio motor) pertinentes, para comprender cuales son los elementos necesarios para ejecutar un buen movimiento. En las sesiones individuales de Integración Funcional™ que se practican de forma individual, el profesor utiliza el contacto manual para permitir a su alumno que tome conciencia de sus movimientos y descubra otros nuevos.
Un programa del Método Feldenkrais™ y de Educación gestual preventiva, diseñado para la prevención, aporta los recursos para la mejora de la funcionalidad del movimiento y el desarrollo del potencial físico, permitiendo la recuperación de las lesiones. Estas metodologías desarrollan la conciencia del cuerpo en movimiento (“darse cuenta corporal”), por lo que se aprende a gestionar el gesto y la postura, adoptando mejores estrategias en la acción.
El objetivo es trabajar el cuerpo de manera más responsable y menos mecánica.
Este entrenamiento desarrolla recursos para:
- fomentar la recuperación e incrementar la vitalidad,
- tomar conciencia del hábito adquirido (por la atención al gesto),
- reducir el esfuerzo,
- desarrollar las posibilidades y habilidades del movimiento,
- potenciar un mejor funcionamiento y uso de uno mismo,
- aumentar la precisión sensorial y motora,
- sensibilizar al cuidado del cuerpo y a la autogestión,
- despertar la conciencia preventiva para la prevención de los TME,
- fortalecer la autoimagen.
Fomentar la recuperación e incrementar la vitalidad
Algunos entornos de trabajo, solicitan las capacidades físicas en exceso. Cuando esto ocurre, es necesario introducir periodos de reposo y recuperar. Un método de recuperación, permite atenuar las tensiones corporales ligadas a las fuertes contracciones o molestias de la repetición del gesto. La vitalidad es la expresión del potencial de auto regulación que se expresa en el cuerpo. Un cuerpo que pierde vitalidad, se endurece, se paraliza y es más vulnerable al estrés cotidiano. La falta de vitalidad provoca ansiedad, falta de concentración y obstaculiza el gesto. Recuperar vitalidad es esencial, para que las personas puedan comprender lo que les ocurre, trabajar de manera diferente y prevenir los dolores relacionados con los TME.
Tomar conciencia del hábito adquirido (atención al gesto)
Tomar conciencia es, saber qué hacemos y como lo hacemos. Incrementando la percepción y la propiocepción, se puede discernir el grado de eficacia de una acción. El mismo gesto es percibido y ejecutado de manera diferente por cada persona. Los movimientos de una persona, son únicos y es difícil que un tercero los reproduzca de manera similar, salvo si se ha entrenado para ello. Desarrollar la capacidad de variar la atención a sus gestos y movimientos, permite saber cómo uno se mueve y reconocer sus hábitos. Es un elemento importante, para que perdure el aprendizaje.
Reducir el esfuerzo
Trabajando bajo tensión, se genera estrés y se utiliza más esfuerzo del que se necesita. El estrés mecánico, asociado a los malos hábitos y a la excitabilidad nerviosa, provoca un desequilibrio muscular, favoreciendo la aparición de tensiones musculares. La ley de Fechner-Weber establece la relación entre la intensidad de un estímulo y la sensación producida por este. Esta ley introducida en la mecánica del movimiento y bajo la óptica de Feldenkrais, establece que, a menor fuerza utilizada, mayor sensibilidad y a mayor fuerza, menor sensibilidad. Aprender a reducir esfuerzo, cuando se hace uso de herramientas o se manipulan objetos, permite adquirir mayor sensibilidad y utilizar la fuerza proporcional para la acción.
Desarrollar las posibilidades y habilidades de movimiento
La repetición tiende a convertir los gestos profesionales en rutinas. Este proceso es, por una parte, provechoso y útil, por otra, impide extraerse de hábitos. La compresión de las leyes del movimiento y de su potencial, permite variar la manera de ejecutar sus gestos. Recuperar mecanismos naturales olvidados, es una condición indispensable para evitar desgaste y lesión.
Potenciar un mejor funcionamiento y uso de uno mismo
Nuestro cuerpo está diseñado para funcionar bien, economizando energía. Según Feldenkrais, el dolor al hacer un movimiento, depende de la manera en como lo hacemos. Restablecer los engranajes naturales de nuestras articulaciones, significa poder ajustar nuestros movimientos a principios de biomecánica e integrarlos. En un cuerpo equilibrado, la fuerza del movimiento se transmite a través de las articulaciones, sin distorsiones. La función del esqueleto es de soporte y la de los músculos, el movimiento. Los nervios permiten el envío de las órdenes motoras del cerebro hacia los músculos (nervios motores) o de las informaciones sensitivas de los receptores sensitivos hacia el cerebro (nervios sensitivos). Si el esqueleto se mantiene en posición neutra, los músculos podrán contraerse y cumplir su función de movimiento, sin sustituir la de los huesos. Las contracciones tónicas, permitirán un ajuste continuo para el equilibrio y la estabilidad. Sobre utilizar los grandes músculos de la espalda o los trapecios para realizar tareas que solicitan los músculos ligeros del brazo, más dedicados a la precisión, provocará una fatiga prematura. Las largas horas de pie o el cansancio de los gestos repetitivos, merma el buen uso de sí a nivel musculo-esquelético y provoca la utilización de músculos a menudo innecesarios. Incurvar la columna al estar sentados, trabajando frente a pantalla, provoca un exceso de tensión en los hombros y las cervicales.
Otro de los criterios para un buen movimiento, es, que la musculatura no presente ninguna contracción inútil en cualquier parte del cuerpo y que el conjunto de las articulaciones participen en la acción. La participación global del cuerpo en la acción, es un requisito indispensable para evitar compensaciones y dolor. Una buena orientación de la pelvis al sentarse, determinará un buen equilibrio de la columna vertebral. De la misma manera, mover brazos, codos, muñecas y manos, sin una participación adecuada de la pelvis, columna o región torácica, debilitará las articulaciones e impedirá una gestión eficiente del movimiento. Clarificar las leyes que rigen nuestros movimientos permitirá elaborar gestos menos dolorosos.
Autogestión
Sin un mínimo conocimiento de cómo funciona el cuerpo, es difícil modificar hábitos poco funcionales y conseguir un movimiento más útil y seguro. Sentir como uno se mueve, supone mayor vigilancia y sensibilización y es una de las habilidades del sistema nervioso, para auto gestionarse y elegir movimientos más eficaces.
Precisión motora y sensorial
Sensación y movimiento están estrechamente ligados. El desarrollo del movimiento tiene gran importancia en el desarrollo de la percepción de uno mismo. Entrenarse a constatar diferencias a nivel sensorial y motor permite modificar patrones de acción y adquirir un mayor dominio corporal. El Método Feldenkrais™ enfoca la educación sensorial y motora para que los alumnos puedan llegar a tener un mejor control del movimiento: posición, esfuerzo, amplitud, ritmo, coordinación.
Despertar la conciencia preventiva para la prevención de los TME
Despertar una cierta conciencia preventiva, es la finalidad de este programa de formación. Las secuencias de movimiento permiten un cambio de visión sobre las limitaciones o el dolor. Al favorecer una mayor apreciación de la sensación corporal, se convierten en un referente para un mayor cuidado de si y la mejora de la calidad de vida.
Reforzar la autoimagen
Hablar de autoimagen es tener en cuenta de que los hábitos de movimiento tienen su pendiente psíquica y su expresión difiere según los individuos. Para Feldenkrais, la autoimagen se desarrolla con el tiempo y determina la manera en cómo actuamos, expresándose en cada acción, a través de movimientos, sensaciones, emociones y pensamientos. Es dinámica y no fija y se puede formar a cada instante. La falta de control en ciertos puestos de trabajo, la inseguridad, el aislamiento, puede mermar la imagen personal debilitando la autoestima. Cuestionarse sobre la propia autoimagen y ajustarla a la realidad cotidiana personal y profesional, ayuda a evitar riegos de padecer TME. ¿Cómo siento mi cuerpo, mi espalda, mis manos? ¿Cómo me ocupo de él? ¿Qué sensaciones tengo cuando trabajo? ¿Cómo hago lo que hago y cómo lo puedo mejorar?
Construir recursos para la prevención de los TME
Los programas de Educación gestual preventiva y Método Feldenkrais™ pueden reducir los riesgos de lesión de los trastornos musculo-esqueléticos, desarrollando la sensación del movimiento para el cambio de hábitos. Adoptar nuevos movimientos más ligeros y funcionales, es crucial para que el trabajador se sienta más capacitado para la acción. La conciencia de lo que hace y como lo hace, se reflejará en un mejor uso de sí mismo y más autogestión.
Las secuencias que forman parte del programa son fáciles de realizar. Pueden practicarse de forma natural, en casa, antes, durante o después del trabajo y la frecuencia puede variar. Están diseñadas para trabajar con suavidad, de manera cómoda y accesible. Dirigen la atención a las diferentes partes del cuerpo y sus relaciones, a las sensaciones corporales internas, a la repartición del peso del cuerpo, al esfuerzo, al control del movimiento y la organización física en el espacio.
Permiten recobrar un movimiento fácil, extrayéndose de pautas estereotipadas y adoptando mejores posturas sentadas, de pie o manipulando objetos. Enfocan la preparación subyacente al gesto antes de efectuarlo, para encontrar los movimientos adecuados al gesto profesional.
Otro de los recursos que las lecciones permiten desarrollar, es recuperar la flexibilidad y la movilidad, condición indispensable para evitar rigidez y lesión. El movimiento es saludable ya que permite liberar la carga estática del que trabaja largas horas sentado o de pie. Con más libertad en sus movimientos y en sus articulaciones, uno puede sentir más comodidad al moverse.
En el plano de la recuperación, las sesiones permiten al participante, recuperarse de su cansancio y fatiga, recobrar su capacidad funcional y el control de su cuerpo. Cuando las personas se fatigan, no saben muy bien cómo recuperar y no siempre tienen el aliciente para ello. Si conocen su cuerpo y aprenden a escucharlo, se orientarán más hacia el descanso.
Posibilitan una mejor calidad de vida pues la acción se vuelve más sencilla y fácil. Alivian las tensiones y reducen el riesgo de lesión, pues permiten restablecer la capacidad natural del organismo de moverse con más naturalidad. Aportan herramientas para crear comportamientos más conscientes para la prevención. Esa habilidad es útil, para detectar cuando se está cansado o forzando demasiado, cuales son las necesidades del momento y cuál es la mejor organización física para la actividad que se está realizando.
A menudo, la urgencia de la tarea, la presión de los ritmos o ciclos o las condiciones ambientales, no ayudan a utilizar los equipos ergonómicos. Reconocer sus sensaciones corporales y necesidades puede favorecer un mejor uso de su espacio de trabajo.
Conclusión
En general, las personas afectadas por los Trastornos músculo- esqueléticos (TME) no comprenden lo que le ocurre y no saben cómo encontrar los recursos para superar sus propias limitaciones, a la hora de hacer un gesto adecuado o tomar una postura eficiente. Un aprendizaje centrado en cómo organizan su movimiento puede ayudarlas a mejorar su acción en el entorno en donde se mueven, viven y trabajan,
Para tratar los TME no solo se considera el origen biomecánico sino también el contexto psicológico y social de la persona.
Introduciendo secuencias de movimiento para preparar el cuerpo a la acción, pueden comprender como mejorar la postura, influir en sus hábitos y desarrollar recursos para su gestión personal y profesional.
Los recursos que obtienen les permiten:
- reducir las causas del estrés físico, ejerciendo un control más consciente de sus movimientos y cambiando su auto organización (posición, fuerza, coordinación, apoyos),
- reequilibrar el sistema musculo esquelético, variando sus acciones,
- recuperarse del cansancio, recobrar la fuerza, la perdida de sensación y la propiocepción, aprender a relajarse y a responder de manera diferente a las solicitaciones de su entorno laboral.
Si consideramos la salud como la facultad de movilizar nuestros recursos, podemos desarrollando nuestras habilidades, reducir el dolor. Si desarrollamos nuestras competencias sobre la gestión de nuestros movimientos, podemos cambiar nuestros hábitos.
Como decía el Doctor M. Feldenkrais « un buen uso de sí mismo permite un buen ejercicio de sus facultades ».
La contribución de la Educación gestual preventiva y el Método Feldenkrais™ al desarrollo del bienestar de los colaboradores de la empresa, impacta en la eficacia del gesto, la prevención de las enfermedades músculo-articulares, el potencial, la creatividad, la autonomía.
Un nuevo enfoque responsable, sobre el conocimiento del cuerpo, más allá del dolor y de los gestos repetitivos, es un factor complementario que enriquece la prevención de los TME.
Susana Ramón©2014
Derechos de autor
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Bibliografía:
Manual de Trastornos musculo-esqueléticos elaborado por la Secretaría de salud laboral de CC.OO de Castilla y León
Página web de la Agencia Europa para la Seguridad y Salud en el Trabajo