Susana Ramon
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Se acabaron las vacaciones y con ello muchos volvemos a nuestra frenética actividad profesional.
Nuestros horarios profesionales tienden a alargarse y la sociedad actual no ayuda a la recuperación.
Estos ritmos ajenos o propios tienden a alejarnos de nuestros biorritmos naturales. Una de las maneras de mantener nuestro equilibrio y vitalidad es darnos un tiempo y espacio para conectar con nosotros mismos, con nuestra vitalidad natural corporal y confiar en su capacidad de recuperación. El Método Feldenkrais™ potenciado la capacidad del sistema nervioso al aprendizaje y a la búsqueda de nuevas formas de acción y expresión (con su respectiva plasticidad neuronal) fomenta un equilibrio siempre renovado. A través de secuencias de movimiento conscientes y aprendidas facilita un nuevo orden neuronal. Aprendemos a gestionarnos mejor en situaciones cotidianas y ese aprendizaje tiene su expresión en nuestra fisiología o realidad corporal.
Si padecemos dolor muscular o dolor de espalda, o nos sentimos fatigados, tenemos a disposición un método, que por su coherencia pedagógica nos permite extraernos de un funcionamiento poco eficiente y comprender cuál es la mejor manera de actuar. Los movimientos propuestos, aunque muy accesibles para el ciudadano de a pie, suponen un reto a nuestra capacidad de movilizarnos con inteligencia y de manera eficaz. Eliminando tensiones y dolencias, apelamos a la capacidad natural de nuestro organismo de autorregularse frente al desorden o a la entropía
Experimentamos más integración, distensión, bienestar, y calidad de vida, acercándonos a nuestras motivaciones y delimitando nuestras capacidades.
Os propongo una sencilla secuencia de movimiento que os permitirá explorar los beneficios de reorganizarse al día a día. Una vez realizada habréis experimentado de manera concreta, como el organismo recupera su vitalidad si se le ofrecen las condiciones necesarias para ello.
Es importante que los movimientos se ejecuten lentamente, sin esfuerzo y de manera cómoda para que podáis sentir mejor.
Siéntate cómodamente al borde de la silla sin respaldarte.
Gira la cabeza hacia la izquierda varias veces y busca un punto de mira en tu campo visual. Acuérdate de lo que ves a tu izquierda.
Gira la cabeza hacia la derecha suavemente sin forzar y sin tensiones en el cuello. ¿Hasta dónde puedes llegar a ver?
Descansa un momento. Siente la diferencia entre el lado izquierdo y el lado derecho.
Vuelve a la misma posición. Gira la cabeza hacia la izquierda y quédate allí.
A partir de esta posición, gira la cabeza hacia la derecha y otra vez a la iz-quierda. ¿Qué otras partes de tu cuerpo participan en este movimiento?
Descansa. Siente las diferencias entre el lado izquierdo y el lado derecho.
Vuelve a la misma posición, gira la cabeza hacia la izquierda, quédate allí y esta vez gira tus hombros hacia la derecha y de vuelta a la izquierda. Repite el movimiento varias veces y observa cómo respiras.
Descansa. Siente las diferencias entre el lado izquierdo y el lado derecho.
Gira con la cabeza y los hombros hacia la izquierda, quédate a la izquierda y esta vez, conservando los hombros y la cabeza a la izquierda, dirige 4 o 5 veces tus ojos hacia la derecha y vuelve al punto de partida.
Haz el movimiento con suavidad. Mover los ojos en dirección contraria de la cabeza y además rápidamente, puede provocar cansancio.
Gira la cabeza hacia la izquierda y verifica esta vez, si el movimiento es más fácil, si tu campo visual se ha agrandado y si tu punto de mira se ha movido.
¿Cómo te sitúas en relación al primero?
Gira tu cabeza hacia la derecha y nota si tu movimiento es más limitado
Siente la diferencia entre el lado izquierdo y el lado derecho.
Siente tu cuello del lado izquierdo y del lado derecho.
Susana Ramón