Creemos que la autoimagen es una imagen propia, externa, ligada a nuestra apariencia: tenemos los ojos claros u oscuros, el pelo largo o corto, somos de una talla media o alta, etc.

Pero la noción de autoimagen va más allá de nuestra simple apariencia física. La autoimagen es un conjunto de rasgos que nos caracterizan ligados a nuestros hábitos, creencias, valores, herencias, modelos y comportamientos. En otras palabras la autoimagen, define la percepción que tenemos de nosotros mismos y en consecuencia como somos percibidos por los otros.

¿Qué relación podemos establecer entre nuestra autoimagen y nuestra manera de trabajar, emprender o liderar? La autoimagen se forma en épocas muy tempranas por educación, herencia o autoeducación. La autoeducación se refiere a lo que hemos aprendido por y para nosotros mismos a lo largo de nuestra experiencia. Factores muy diversos contribuyen a armar esa percepción única y dinámica de nosotros mismos. Todos ellos, con sus imprentas, son la materia que alimenta nuestras respuestas frente a las situaciones de nuestro día a día personal o profesional.

Los valores nos incitan a movernos a actuar, a alinearnos con nosotros mismos y nuestros proyectos. ¿Pero realmente conocemos nuestros valores? ¿Sabemos cómo nuestras creencias nos potencian o limitan? ¿Sabemos alinearnos con nuestros deseos y objetivos? ¿Nos gusta lo que hacemos?

Por muchas competencias que tengamos, tendremos que lidiar con incertidumbres de todo tipo frente a la evolución de nuestra carrera. Frente a este tipo de amenazas o restricciones, la autoimagen juega un papel importante en la medida que nos permite conocer mejor nuestras aspiraciones e inquietudes, fuerzas y debilidades, necesidades y afectos. Si conocemos nuestros valores y percibimos nuestra realidad tal como es y se expresa en el entorno profesional, tendremos más dominio de nosotros mismos para proyectar nuestros talentos de forma más duradera. La expresión de nuestros talentos, viene en parte definida por el grado de confianza que tenemos en lo que hacemos y en como contribuimos a crear valor. A partir de aquí la puerta se abre hacia la creatividad… y hacia a la felicidad o disfrute profesional.

Reforzar nuestra visión personal (o marca), conocernos, nos permite posicionarnos con nuevas estratégicas alineadas con nuestras intenciones.

¿Cómo enriquecer nuestra autoimagen?

Uno de los medios por los que podemos reforzar y enriquecer nuestra autoimagen, es tomando conciencia de cómo actuamos y nos expresamos. Para ello, el control corporal desde el punto de vista de nuestros movimientos o de nuestras acciones, es un valioso calidoscopio que nos invita a conocernos mejor para potenciar habilidades o mermar hábitos o conductas obsoletas. Potenciamos cambios desde la realidad corporal concreta y consciente de nuestros movimientos y acciones.

Si queremos que nuestros negocios o trabajos sean fructíferos tendremos que preguntarnos que estamos realmente haciendo para ello y en qué medida tenemos los recursos para hacerlos crecer.

Pero hay otro tipo de preguntas, las cuales podríamos plantearnos:

¿Qué percepción tengo de mí mismo en mis acciones cotidianas?

¿Cómo me perciben los otros?

¿Qué tipo de relaciones creo con los que me rodean?

¿Mi trabajo me satisface, me inspira?

¿Qué puede cambiar para que me inspire?

¿En qué áreas puedo mejorar?

¿Qué valores me mueven?

¿Qué objetivos tengo dentro de uno, dos o tres años?

¿Creo realmente en el logro de mis objetivos?

Una buena alineación consigo mismo y con el entorno será la palanca que propulse a la facilidad, la falta de esfuerzo innecesario y la consecuencia……feliz de nuestros objetivos.

Susana Ramon

 

 

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